Reflexiones. Vigésimo octavo de junio.

Ando estos días un poco descarriado por cuanto no escribo demasiado y lo poco que lo hago va más por compromiso que por verdaderas ganas de hacerlo. Simplemente la canícula ha llegado a traición y el cansancio, el calor y el hartazgo de determinadas cosas han medrado en mi ánimo lo suficiente cómo para evitar que me pusiera a aporrear teclas para dejaros algo escrito. Ahora bien, la situación no es alarmante. No estoy en retirada del blog cómo en el dos mil nueve. Estoy en una especie de stand by por el que analizo el rumbo de ésta mi, vuestra bitácora la cual no me satisface por determinados aspectos.

He estado pensando en ciertas conversaciones a partir de las cuales el blog es "aburrido", "ultraderechista" y "verdaderamente aporta poco al que lo lee". Supongo que cuando el río suena, piedras arrastra. He querido asumir, en un mismo espacio, varios proyectos y es inasumible, no se pueden mezclar churras con merinas y hacer una mezcolanza de mis pasiones, la crítica al sistema con el patrimonio, la identidad nacional u otras disciplinas a las que soy propenso no es factible en un mismo espacio.

Espero que perdoneís mis ausencias, pero sigo aquí, a vuestro servicio, aunque trabajando en dirimir mis propios líos.

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