domingo, 9 de octubre de 2011

Sociedad. Poderoso caballero es Don Dinero.

Durante éstos días de asueto en los que he derramado mi humanidad por las playas de Benicassim he tenido tiempo de reflexionar tanto sobre los artículos que andaba dejando de escribir cómo de la cantidad de usosy costumbres que han sufrido una metamorfosis brutal desde el momento en que la Santa Crisis decidió derramar sobre nosotros sus bendiciones. Así, equipándome para coger carretera y manta, el pasado miércoles salí a comprar algunas cosas a una gran superficie, de esas que todos tenemos en nuestras localidades. En el trayecto, no demasiado largo, he podido comprobar, con sorpresa la gran cantidad de negocios que han pasado a mejor vida. Que exagerado direis, pues no y la verdad es que si que me ha sorprendido, pues mi relativa cercanía a la carretera que me enlaza conlacapital hace que pase más tiempo en las calles de la misma que en mi pueblo mismo. Esa situación que respeto escrupulosamente y que me impide, no sin cierta voluntariedad, vivir lo que pasa en el pueblo, es la misma que ha producido la sorpresa al permitirme entrar, forzado, a la realidad economica de la población y es que las circunstancias y órdenes de mi mujer, mandan.
El caso pues es que en el breve periplo hacía la adquisición de esos bienes materiales consignados primorosamente por mi mujer en una servilleta de papel, he podido comprobar que, en efecto, el cierre comercial se ha convertido en algo endémico donde resido. Además, pensándolo bien, sonnegocios con solera, de antigüedad respetable que, de la mañana a la noche, han echado el cierre no por jubilación, sino por insostenibilidad económica y comercial. Así lo que te llevas al pasar por delante del negocio de toda la vida con un cartel de cerrado, se vende o se traspasa es la sorpresa padre. Comercios que durante tiempo sacaron del ser humano que los tenía por clientes lo más simple del nuevo instinto animal que nos carcome, el consumismo por el consumismo, sin justificación ni necesidad en un ámbito de boyante economía en la que, cómo digo, se compraba por comprar. la Crisis sólo ha revertido esa situación, nos ha devuelto a donde debiamos, a consumir para vivir en lugar de vivir para consumir.

Cómo animales sociales, nos amoldamos rápidamente a todo lo que sea socialmente pujante, económicamente boyante y estéticamente puntero. Sómos animales de costumbres que crecemos hacía el confort, lo fácil y todo aquello que nos haga felices siendo superiores a los demás. En suma, volver a lo de antes, a los años de las dificultades económicas, a la pobreza, a los trabajos inmundos para aquellos que se merecen mucho más por su pretendida formación o cuna es algo que nos cuesta mucho más, por cuanto entre la cueva y el apartamento preferimos el chalet. El caso es que la Crisis tiene un aspecto bueno, un aspecto humano, un aspecto de aprendizaje. Si sabemos leerla, sabemos entenderla, podremos superarla, consolidaremos la situación económica en la que nos movemos y evitaremos que nuevas crisis nos vengan a fastidiar la vida. Por que lo bueno que tienen las Crisis es que son elementos estabilizadores que nos devuelven a un estus quo en la que vemos que necesitamos y que no, que nuestras necesidades son mucho menos de lo que solemos creer y que solemos tirar el dienro en cosas que a la larga no nos hace la más mínima y puñetera falta.

Así las cosas, muchos negocios asentados durante décadas han ido dando el cerrojazo de manera gradual, inevitable y fehaciente. Así, con la disminución de necesidades estéticas, los negocios que han dado al cierre han sido los esperables, concesionarios de coches en detrimento de vendedores de coches de segunda mano, tiendas de ropa de toda la vida en favor de los outlets, e incluso tiendas de electrodomésticos más afectadas por las nuevas tecnologías que por la verdadera crisis. Tiendas en suma que cubrian necesidades no vitales. En cambio otras, cómo las de alimentación, las de chinos, todo a cien o cualquiera que no se haya visto acometida y hundida por una gran superficie, siguen en activo, con vigor y ciertas garantías de continuidas por cuanto cubren lo básico, a un precio aceptable sin necesidad de urgar en nuestras miserias y es que en éstas ocasiones de apretura el hambre agudiza el ingenio.

Yo, cómo todos, he visto esas típicas personas que, sin tener donde caerse muertas se han gastado lo que no tenían en salir de copas, intimar, alternar y cenar. Todo por el mero hecho de ser gente hijos de o tener un trabajo de cierta envergadura relacionada con la construcción o similar. Gente que ahora se ha visto obligada, sin sabe hacerlo ni llegar a conseguirlo totalmente a restringir esos gastos a menos de la mitad de la mitad para poder hacer frente a un mes que hoy en día es algo verdaderamente hostil. He visto caer y recaer la oferta turistica con hoteles que ofertan habitaciones a precio de saldo. Hoteles que a base de ancianos en masa consiguen culminar la temporada a duras penas porque  con la devaluación de la Libra no atraen ingleses ni por casualidad. Personas removiéndose cómo espectros de lo que fueron entre los mercadillos de media España cuando antaño, lo más barato que adquirian salían de los todopoderosos establecimientos de Amancio Ortega. Sueños, ilusiones, proyectos e ideas rotas por una crisis a la que los políticos no saben coger, nosotros corregir y nadie, interpretar.

Penosamente y cómo suele sucedernos con todo, las crisis son pasajeras y en éste país somos especialistas en tropezar una y otra vez con la misma piedra. Ya hay quien piensa únicamente en especular con las viviendas cada vez más tiradas de precio. Por lo que en breve nuestra progresión industrial será la misma que antes de la crisis, nula. Nuestra productividad cercana a la pereza absoluta.  La burbuja inmobiliaria será de nuevo la respuesta a nuestra economía, los bancos darán barra libre de nuevo, con nuestro dinero, no lo olviden y todos aquellos que buscan refugio en academias e intitutos para intentar lograr un puesto de trabajo más preparado o ser funcionario, volverán a la carrera de paletas o directamente de Ninis sin oficio ni beneficio. Así, se irá preparando, amasando, cocinando y finalmente sirviendo la nueva Hecatombe financiera de la que quizas, finalmente, no podamos salir.

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